Una devaluación del peso forzada para muchas importaciones
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El Banco Central restringió el acceso de las empresas al dólar oficial. Una medida con impacto en la inflación.
Se trata de una medida del Banco Central por la cual el dólar de importación para muchos productos pasa a ser de $111,63(Contado con Liquidación) en vez de $68,54 del oficial mayorista.
El Central resumió la medida en un comunicado diciendo que el directorio “dispuso que las empresas que cuenten con activos líquidos originados en la formación de activos externos deberán disponer primeramente de esos recursos para el pago de obligaciones con el exterior”.
Y sigue: “Además, se extiende a 90 días previos y 90 posteriores la restricción para realizar operaciones de compraventa de títulos públicos en moneda local con liquidación de divisas para las empresas que requieran acceder al mercado oficial de cambio”.
Eso se completa con que, para acceder a dólares a precio oficial y pagar importaciones, las empresas deberán requerir una autorización previa.
Las tres decisiones forman parte de un nuevo cierre del cepo cambiario ante la evidencia de que al Central le quedan menos reservas y, por lo tanto, o las dosifica o les aumenta el precio de venta. Como Miguel Pesce quiere evitar a toda costa un salto cambiario, la estrategia es un camino intermedio.
Desde el lado de las empresas el cambio es importante. La mayoría de las compañías que compran bienes y servicios en el exterior tienen cuentas y reservas. Pero, a la hora de realizar nuevos pagos, recurren al mercado oficial para conseguir las divisas.
Ahora el Central les dice que, si deben pagar, primero usen los dólares depositados en el exterior y después recurran al mercado oficial pero con autorización previa.
Desde el punto de vista de los empresarios se abre una duda enorme sobre cuál será el precio al que tendrán que conseguir divisas en el futuro: ¿el del “Contado con Liqui” o el oficial?
La brecha entre esas dos cotizaciones ronda 63% (supera 80% con el dólar blue) y, además de ser uno de los principales motivos de preocupación de Pesce, constituye un salto importante para fijar los precios de importación.
El Central vive el fenómeno de la frazada corta que en este caso se caracteriza porque la demanda de dólares es sostenida (ahora en junio vendrá otra ronda de los US$200 por persona) y la oferta por parte de los exportadores se viene ralentizando.
Un dólar de $46 para productores y exportadores de soja resulta distante frente a un paralelo de $125 y la pregunta respecto del accionar futuro del Central se centra en : ¿bajará el dólar blue o subirá el oficial?
Pesce le viene dando pelea al paralelo. Procura limitar las operaciones de CCL, saca pesos de circulación y sube a 30% la tasa para los depósitos a plazo fijo en el intento de que los pesos no se desvíen al dólar. Pero la batalla es difícil. A pesar de la absorción de las últimas semanas, hay muchos pesos dando vueltas y la incertidumbre sobre la negociación de la deuda se hizo sentir.
Respecto de la deuda, la suba de los bonos del viernes 29 de mayo se sumaba a las idas y venidas de propuestas entre los acreedores que permitían pensar en un acuerdo inminente.
Las versiones indicaban que los acreedores habían bajado sus pretensiones hasta un valor residual de los bonos de US$53 por cada lámina de US$100 y que el Gobierno subió su oferta hasta US$46. “Nadie va a un default por 7 dólares de diferencia”, comentó un experimentado ex funcionario muy conocedor del tema.
Según las mismas fuentes, lo que faltaría para cerrar con los acreedores es un “endulzante” en efectivo que rondaría US$2.500 millones para los tres años de gracia que pide el presidente Alberto Fernández, quien, a su vez, ahora tendría apuro por cerrar con los bonistas.
Para los conocedores del sistema financiero, un punto importante pasa a ser ahora la velocidad con que se llegue al entendimiento. No vaya a ser, dicen, que si los bonos llegan a cotizar a US$40 en promedio (vienen desde un piso de US$25) aparezcan vendedores y los derrumben nuevamente.
El mercado confía en la convicción que tendría Alberto Fernández de que otra cesación de pagos atrasaría mucho más una salida para la profunda caída de la actividad económica, que este año mostraría niveles dolorosamente récord.